El Brezo, también conocido como Erica, es una planta arbustiva de no más de 60 cm de alto con hojas
diminutas en forma de alfiler que delinean sus tallos leñosos. Esta planta perteneciente
a la familia de las Ericáceas es utilizada frecuentemente en arreglos de
jardín, aunque se puede cultivar también en el interior del hogar para
disfrutar de una gran exhibición de color. A finales del otoño sus ramas florecen
con hermosos ramilletes de flores en
forma de campanillas. Según la variedad que escojas, las flores pueden ser de
diversos colores que van desde el blanco más puro hasta el rojo más intenso.
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Cuidados del Brezo durante todo el año
Si en primavera tu ejemplar posee las raíces demasiado
abigarradas, deberás cambiarlo de maceta utilizando un compost con base de
turba y un puñado de arena fina lavada para que drene adecuadamente. Al Brezo le encantan las condiciones frescas, por lo que si las temperaturas
estivales son muy elevadas en el interior del hogar, lo mejor será colocarla en
el exterior a la sombra.
Riega el Brezo y abónalo cada dos semanas; incorpora
algunas gotas de fertilizante en el agua y cuando llegue el otoño, vuelve a entrar
el Brezo al interior.
El período de
floración del Brezo comenzará a finales del otoño y continuará durante la
primavera. Sus flores, sin duda alguna durarán mucho más si las temperaturas logran
mantenerse entre 7-15 °C, dado que una temperatura más elevada hará que se
caiga tempranamente. Asegúrale a la planta una correcta humedad a través del
rociado regular de sus hojas y coloca la planta en una bandeja con guijarros
mojados.
Riega regularmente tres veces por semana para que el compost
se mantenga húmedo constantemente. Recuerda que el Brezo odia la cal, por lo que si vives en una zona de aguas
duras, tendrás que recoger el agua de lluvia y regar la planta con ella
Propagación del Brezo
Si quieres propagar
al Brezo a partir de una planta ya existente, toma esquejes del tallo de
unos 5 cm de largo de las ramas laterales cuando comience la primavera o a
finales del verano. Plántalos en turba húmeda incorporando un poco de arena
fina. Mantén los esquejes húmedos a 18 °C y en la semisombra hasta que surjan
brotes.
Utiliza un propagador para mantener la temperatura constante
o coloca la maceta dentro de una bolsa plástica transparente y mantenla cerrada
herméticamente, excepto durante un par de minutos cada día para renovar el
aire.
Una vez que los esquejes que midan 7 cm de alto, plántalos
en un compost con base de turba, agrega un puñado de arena fina y trátalos como
plantas maduras.
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